93 y.o.

t&e

 A ratos se me queda mirando un poco perdida y al final me pregunta con bastante de precaución como quien no quiere incomodar: ¿Y tu... me has dicho que eres....?

Sobre todo a veces después de dormir si el sueño ha sido profundo su disco duro parece como si lo hubieran formateado y nos cuesta horas recomponerlo pero hasta ahora al final acaba juntando las piezas y vuelvo a ser yo quien soy.

Hay momentos en que el mundo se me cae a plomo sobre todo mi ser pero al fin siempre acaba saliendo el sol. Y es que a veces la cordura, en este caso la mía parece pender también de un hilo finísimo, de oro, si.

Todas las noches después de calentarle el artilugio que le mantendrá los piececitos calientes durante toda la noche, ponerle todas las toallas probables encima de las mantas por si el artilugio se enfría, le doy instrucciones que se que la mayor de las veces acabara olvidando pero que a fuerza de repetir una y otra noche acaba siendo a veces algo mecánico y conseguimos llegar al alba victoriosos.

Por eso y antes que se levante nadie en casa voy, le sonrío, le doy un beso y su cara resplandece. Me ha conocido. Se arregla, se empolva la nariz y se pinta los labios, no sin después entregarme la barra para guardar por aquello de que su perdida seria un cataclismo. Me pide que le rocíe bien de perfume el cuello.

Y a ver como pasamos el día que se nos viene encima....