old souls

t&e



A demás me gusta ir recogiendo cajas que también se salgan de lo corriente a veces, las de cristal no tienen secreto, pero, ¡ah! en cambio las otras...
Esa del centro, la que no tiene forma de luna, puede contener cualquier cosa como cualquier otra, pero en realidad ahí adentro hay entre otras cosas. Una noche de verano. Una noche estival de luna nueva. Me explico:

Íbamos a cenar todos los compañeros y parejas a un lugar que se saliera de lo corriente.
Eran las diez de la noche cuando dejamos atrás la carretera y seguimos por un camino en mitad de ningún lugar civilizado. Las únicas luces eran las de los coches, porque ya dije antes que era una noche de luna nueva. Al llegar al aparcamiento se quedaban los coches y había que seguir caminando  durante un buen rato bajo la única luz de la Vía Láctea y no se cuantos millones de estrellas. Tropezones a parte aquello era un espectáculo porque al no tener cerca luces de ciudad alguna entre el rumor de los mil bichos que pululaban entre la hierba el olor del campo y aquel cielo, hay que imaginárselo. 

La cena, bueno no se sabia porque el restaurador traía los platos a su antojo y luego te iba explicando que comías y con que estaban hechos. Parece que cada uno de algún país. Solo las verduras eran de la huerta del restaurante.

Luego por un camino otra vez de tierra, señalizado ahora con velas,  llegar hasta la casa, "museo" de un extraño anacoreta medio loco (pensé yo) llena de cachivaches viejos de hierro oxidados y alguna especie de figuritas, "esculturas" de barro cocido.
A ellas les obsequiaba con unas runas realizadas por el mismo cocidas en ese mismo barro. A nosotros, no recuerdo, pero una chorrada porque nadie creo que lo conservaría, ademas que de plásticos ya vamos bien servidos sin necesidad de que te obsequien.

Yo, y por eso me refería a que en la caja conservaba una noche veraniega de luna nueva, aun tengo las runas que al salir de allí me cedió, para siempre y jamas, MR. la madre de mis niñas.