6 jun
¡Desgraciado quizás el hombre, pero feliz el artista a quien el deseo desgarra!
Yo ardo en deseos de pintar a la que se me apareció tan extrañamente y huyó tan aprisa, como una bella cosa que añorar tras el viajero arrastrado por la noche. ¡Cuánto tiempo hace ya que desapareció!
Es bella, y más que bella; es sorprendente. En ella lo negro abunda: y todo lo que inspira es nocturno y profundo. Sus ojos son dos antros en que centellea vagamente el misterio, y su mirada ilumina como el relámpago: es una explosión en las tinieblas.
La compararía a un sol negro, si se pudiese concebir un astro negro vertiendo la luz y la dicha. Pero más bien hace pensar en la luna, que sin duda la ha marcado con su temible influencia; no la luna blanca de los idilios, que parece una fría desposada, sino la luna siniestra y embriagadora, colgada en el fondo de una noche tempestuosa y atropellada por las nubes que corren; no la luna apacible y discreta visitando el sueño de los hombres puros, sino la luna arrancada del cielo, vencida y rebelde, que las hechiceras tesalias obligan duramente a danzar sobre la hierba aterrorizada.
En su frente breve habitan la voluntad tenaz y el amor de la presa. Sin embargo, en la parte inferior de este rostro inquietante, donde la nariz móvil aspira lo desconocido y lo imposible, estalla, con una gracia inexpresable, la risa de una gran boca, roja y blanca, y deliciosa, que hace soñar en el milagro de una soberbia flor abierta en un terreno volcánico.
Hay mujeres que inspiran el deseo de vencerlas y de gozar con ellas, pero esta sugiere el deseo de morir lentamente bajo su mirada.
— Charles Baudelaire.-
It sounds as though she embodies both muse and torment, the very paradox that makes love so intoxicating and unbearable at once.
ResponderEliminarUna magnífica entrada y con esa música... Hoy estoy vulnerable.
ResponderEliminarGracias por tu entrada de principio a fin.