2 ago 2021
Lo he pensado muchas veces y sigo haciéndolo, sobre todo alguna que otra noche como ahora.
Mi relaciona con Olga ha tenido siempre un puntito de extraña. Me imagino que como la que tuve con mi padre hasta cierto día ya muy al final. Por eso celebro que yo con ella haya conseguido cambiarla muchísimo antes. Ahora parece que ya no soy ese padre autista que ella percibía en tiempos. La he querido más que a mi vida seguramente desde que nació. Pero lo que con María fue facilísimo con ella tardo mas y no puedo perdonarme que quizás a veces ella sintiera que su padre no estaba a pesar de por ejemplo pasar juntos cada tarde de aquellos ocho primeros años que pasamos en el conservatorio (la carrera de música es muy larga). La llevaba cada tarde cincuenta kilómetros hasta él, entre clase y clase la llevaba un rato al parque y le daba la merienda y de nuevo a clase hasta que volvíamos ya de noche a casa. Fueron unos años maravillosos, era el único padre del grupo de alumnos, las otras eran madres eternas, que al final acabaron adoptándome como una más.
Esta tarde ella y su madre eterna no habían ido a la piscina (mis niñas están de vacaciones aquí unos días) por eso me habían invitado amablemente a ir al trastero a tirar cosas viejas, asunto que amablemente yo había declinado. Y ya solo en mi mundo de nuevo el dichoso móvil me saco de mi nube: -¡Ven que vamos a tirar trasteos que a lo peor no quieres tirar (algún ordenador vintage, disquetes de tres pulgadas, etc., etc.)
Y ahí estaba yo con mi niña y su madre quitándole de las manos esto y aquello, salvándolo al tiempo de ir al contenedor de la basura.
La cantidad de enredos que almacenamos a veces. Ahí estaba explicando a mi hija sobre esos dos guiones y ella con ojos asombrados mirándolos. Si, ya se, habría imaginado mas de una vez como es un guión de cualquier obra teatral pero verlo físicamente sin abrirlo, un tocho con una cinta de aquellas de plástico que salían de una maquinita e rotular pegado arriba que rezaba: 'Ayudante de dirección' y por encima un título y el autor, o el otro este totalmente en ingles. Luego al rato me llamó la atención: - ¡Mira! ¿son estos libros que habías buscado tantas veces? -¡Sí, estos! Un libro de química, dos gramáticas de latín, uno de literatura española... Pero ¡mierda! faltaba el más importante el de literatura francesa. Ese es un tesoro y se que lo coloque en el maletero de un coche, pero...
Luego una caja con acuarelas y bocetos del abuelo y su caja de pinturas, ella también pinta aunque sea maestra y música, eso viene desde el bisabuelo que sepamos, la música de otro tío abuelo. Abrió la caja y ahí estaban los pinceles del abuelo incluso dos cajas de oleos sin abrir y otras cuantas de acuarelas. Ni que decir tiene que se auto adjudicó todo el material existente. Y a mi me cayo un poquito la babita, porque ella es la única que parece seguir con los caballetes y todos los cachivaches pintureros. Y lo mejor de todo ahí estaba yo con mi niña mas ancho que largo.
¡Anda, si hoy ya es agosto!!!
How wonderful that amidst old boxes and brushes, you found new moments of connection with your daughter
ResponderEliminarQué maravilla de texto, eres un padre estupendo, de otra manera no te habría salido un texto tan tierno.
ResponderEliminarUn abrazo