Este año se cumplirán -20- de andar aquí escribiendo muchas noches y algunos días y tardes en esta y antes y, durante, en alguna otra como esta bitácora.
Empezó la primera, cuando aún muchas tardes tenia que llevar a la capital al conservatorio a mi hija mayor, primero y a la peque mas tarde. En fin, fueron buenos tiempos porque me gustaba aquel ambiente entre clase y clase y el bullicio de los pasillos y la murga de los instrumentos aquí y allá tras las puertas de las aulas. Tardes a veces tediosas y las más, divertidas en compañía de las otras madres eternas y todos ellas y yo cargados con las meriendas para en el rato de pausa llevarla al parque cercano y dársela antes de la siguiente clase. Acabe siendo una especie de madre más entre las de verdad, aunque lo cierto es que al principio me miraban como un extraño padre soltero, pero menos, terminando como digo por aceptarme como uno más.
Ellas son terribles (las madres), pero maravillosas.
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