Vuelve a hacer frio, pero eso es
precisamente lo que debe hacer en estas fechas invernales de diciembre. El
parque está helado en las zonas más umbrías y el musgo ha tomado posesión de
los canchos a lo largo del camino que lleva hasta la Coria. Aun se pueden ver
restos del pasado otoño y los colores que fueron no hace mucho. Se oyen relativamente
cerca los disparos de los cazadores que han salido aprovechando el día festivo
entre semana.
Ahora arriba en la explanada trasera de la alcazaba justo al salir de la calleja de los Mártires y desde mi “lugar de pensar” se puede ver del horizonte acá como el sol va sublimando el hielo de la pelona nocturna formando nubes de vapor que parece algodón repartido sobre la hierba que se imagina aún debajo. En ese momento he mirado hacia abajo y al observar mis zapatos de montaña por un momento he pensado: -- ¡Qué bonita era…! Seguramente al recordar las botas de senderismo que un día en Internet en la página de cierta asociación senderista pude verle en una sucesión de fotos ahí colgadas.
Seguí con mi paseo sin dejar de pensar en; ¡ que, a que coño vino eso !
¡Hace una mañana
radiante!!
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