Golondrinas

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Sigo siendo aquel animal nocturno de siempre. Sigo. Aunque ahora que me sobra el tiempo también paseo por mi Villa cuando empieza la mañana.
Los primeros días salia con el sol. Ahora ya, el sol reina por si mismo y los colores son mas colores por aquello de la luz muy blanca, esa que es blanca de verdad. La que tanto me gustaba para pintar.

Por eso cuando casi aun no han puesto las aceras me encamino allá arriba a la vieja Villa medieval y la recorro vacía de gentes.

Excepto esta mañana que he estado jugando al ratón y al gato. O han. También  podrían haber estado jugando al ratón y al gato.

Lo cierto es que  cuando subía hacia arriba una chica con toda la pinta de salir del hotel situado según se sube hablaba por el móvil con alguien. -Buena hora... pensé. Temprano.
Iba con esa ropa ligera y cómoda que ni es tal ropa o como mucho lo es para andar por casa. O de vacaciones, o yo que se.
Por eso me quede mirándola y al notarlo, ella siguió hacia una calle, mas bien callejuela que al final va a dar a casi ningún sitio.
Seguí mi camino subiendo hacia el castillo que corona el cerro en que esta situada mi ciudad y al escuchar tras los auriculares con mi música el ruido de un motor mire atrás. En efecto subía un coche y tras el la chica del teléfono.
Gire a la calle que  para en el castillo y ella siguió calle arriba hacia la Villa.
Una vez en el castillo empiezo mi recorrido por toda la Villa, vacía a esa hora como decía, paseo tan solo con la compañía de algún fantasma que siempre flota en el aire por esos lugares, o... ¿sera por mi cabeza?

Y vuelta, la chica del teléfono otra vez en la explanada de Santa Maria. La miro unas décimas de segundo, me mira otras tantas y vuelvo a irme por otra callejuela.

No lo diré, o si.
Vuelta y vuelta. Así no se cuantas.
Lo dicho el juego del ratón y el gato.
Pero al final por aquello de que yo domino el terreno conseguí zafarme.


Como cada mañana entro en el cementerio.  Esta situado prácticamente donde termina, o donde empieza, según se mire, La Villa, junto a una de las antiguas puertas de la muralla, creo que esa puerta la uso Ridley Scott en su película "1492". Por eso es que aprovecho y entro a visitar a Anita,y de paso veo si las flores están aun presentables.

No quiero pensar nada mas que en los ratos buenos y  alegres que pasamos juntos estos últimos años. Pero me viene una y otra vez aquella noche madrugada en el hospital y aquella mañana fatídica que bien se podría haber evitado.

Hace una mañana radiante paso ante la tumba de mi buena amiga Manoli. La miro como cada día, desde entonces, (se fue demasiado pronto, demasiado joven). Sigo por las calles plagadas de nichos unos pasos adelante hasta donde descasáis ahora ya juntos eternamente pareja en vida, eternamente enamorados. Eternamente juntos de nuevo ya .

Me quedo mirando como las golondrinas, ahora que el cementerio esta totalmente solitario y mudo están posadas sobre un cable frente a ti, a vosotros. Como cuando hacían los nidos en el patio de tu casa y hacían lo propio sobre los cables donde tendías la ropa.

No te echo de menos porque siempre estas conmigo (como a veces el fantasma de Christine), aunque no puedo dejar de pensar en que si no hubiera sido por la burocracia ahora quizás estarías aun aquí.



Ahora ya en la Alberca...
Miro, por si acaso. Pero esta vez ya no estaba ni ella, ni su teléfono