jeans' n jackets

 dom/ 11.04.21

            He mirado desde la cristalera de la terraza a ver que me decía el cielo, porque el parte meteorológico en el móvil ya avisaba de lo que se venía. Y en efecto un dia de esos en que la luz da buenas vibraciones. 

            Me pongo en camino al tiempo que la música empieza a sonar en los auriculares y el magín empieza a moverse,  a veces al son que le marca la canción que salte en el momento. 

             Y pensaba en como me gustan los libros que han sido antes de alguien y que al margen de que ya te guste por lo que dice en sus páginas  pensar cómo lo habrá vivido su anterior dueño. Tiene ese punto de morbo que no se puede obviar del todo. Sí iba viendo la calle, los  edificios, las nubes... pero no dejaba de ver tampoco todos esos libros viejos que he ido coleccionando en mis paseos por otras ciudades y librerías. Cada cual es libre de divertirse como le viene en gana y a mi me da por ahí entre otras...

              Entonces fue cuando llegué a la altura de esa librería, ahora convertida en apartamentos turísticos (plaga del siglo XXI) más arriba del convento de S. Miguel. La luz era perfecta como la filtraban las nubes y la estrechez de la calle y el convento más abajo le daban el resto de ambiente agridulce de esta mañana nublada. 

               De pronto apareció ella tras la pequeña curva que hace ahí la calle. No he sabido nunca quién es ni como se llama, y en un lugar donde convivimos diez mil "calentadores" (lo digo por aquello de 37º C más o menos) se conoce todo el mundo, todo el mundo menos yo que a parte de un despistado impenitente,  paso bastante de los chinchorreos. Es que tampoco he hecho mucho por enterarme. Pero lo cierto es que me llama muchísimo la atención cada vez que la veo. Y de hecho creo que ella se ha percatado un poco de ello porque he visto que me mira de pasada,  cada y  una vez, que nos hemos cruzado. Pero también pienso y creo que es más correcto que lo hace simplemente por que se da cuenta de que suelo mirarla. 

               No es ninguna jovencita mas bien creo que debe andar por la edad de la madre de las niñas. Esta mañana iba sola, lo que no es lo más corriente ya que como mínimo un noventa y seis con cinco por ciento de las veces lo hace acompañada de alguien que tampoco he podido identificar si es pareja o hermano, pero es que andan parecido. Ella anda con un paso duro sin contoneos visibles aunque sí femenino pero mínimamente. Siempre por lo general suele vestir con pantalones y cazadora vaqueros incluso creo incluida camisa cuando la cazadora entallada la deja ver. Tiene unas facciones también duras y algo serias pero agradables. Bastante morena de piel y sin embargo pelo algo entre rubio y pelirrojo. A mi me gusta. Es menuda, delgada con el pecho justo como me gusta, poco, media melena algo crecida aunque a veces la lleva recogida peinado el pelo hacia atrás con una coleta. Se que tiene piernas bonitas y bien contorneadas, pero porque una vez en un funeral, (este dia si llevaba falda), no pare de mirar su forma de sentarse y cruzarlas.  En fin es una visión muy agradable para ojos de un presunto fotógrafo y pintor desertado de la tarea.

                Pasó, volví por última vez la cabeza, me dió toda la impresión por cómo llevaba la suya de que sabía que yo, volvería a mirar. Y me dirigí de nuevo en dirección hacia mi paraíso de plantas y flores, y naturalmente volví a mi rabia contenida por la visión de en que habían convertido aquella efímera librería.

                Seguí también comiendome el coco con otras zarandajas, seguí escuchando músicas, y mirando como las luces y las sombras del cielo tormentoso me ofrecían imágenes para congelar en el tiempo en la tarjeta de mi cámara. Un poco más tarde me cale un poco, aunque esto es lo normal que le puede ocurrir a un presunto fotógrafo de paisajes... Y claro este, ya es otro cuento y para otro día.