Inacabada
Eran otros lugares y otro tiempo.
Ni casi me acuerdo.
Es algo que empezó a ser y nunca llegó a tal.
De vez en cuando saco las viejas carpetas que duermen el sueño de los justos, y la miro.
¿Luego??.
Luego la vuelvo a guardar.
Pero reconozco que me recreo en su visión, especialmente en algunos trazos oscuros.
¡Pedazo de cabronazo! Ese día tu mano no obedecía a tu cabeza.
Podía haber sido algo,
y simplemente no fue nada.
¡Igual que tu mismo!
Cuánto tiempo perdido?..
Cuanta sensibilidad perdida?
Pero?
¿Se puede ser, sin cabeza?
Maldito corazón.
Un abrazo.
ResponderEliminarOtro grande para ti.
EliminarMe gusta especialmente la última.
ResponderEliminarNo me puedo imaginar un pintor con cabeza y sin corazón, ni tan siquiera uno con sólo cabeza. En cambio sí, uno sólo con corazón.
El tiempo, a veces (muchas), lo perdemos pero la sensibilidad nunca se pierde. Quizás hacia fuera, a todo lo que no sirve...
Suele dar pasos hacia la sabiduría.
Besos, Erik.
A veces salen fácilmente, todo fluye hacia afuera y otros días no hay por donde cogerlo y lo mejor es dejar descansando los pinceles en su búcaro.
EliminarBesos
Qué bonitas ¿acuarelas?, dicen mucho y tus palabras más.
ResponderEliminarUna entrada que remueve.
Gracias
EliminarSalud