un finde como mínimo. extraño

  

        Desde luego lo que si que es cierto es que ha sido un principio de fin de semana de lo mas extraño. Mi hija, la música (la que prefiere dar clases de primaria, pienso que en el conservatorio tendría menos alumnos por clase, pero en cuestión de gustos...),  ha venido y me ha hecho ir al altillo de la cochera que tengo tras el tanatorio en donde duermen el sueño de los justos todas sus partituras y parte del león de mi biblioteca, y me ha dado una alegría, que por cierto yo no he dado a entender. Desde allá arriba mientras yo, presuntamente desde allá abajo,  pasaba olímpicamente me ha mostrado "el libro" (maravilloso oráculo), levantándolo en alto al grito de; -¡aquí está!- que en su día le regalo su maestro y virtuoso, ya de paso. Una integral de Rajmáninov, joya particular de dicho maestro suyo, J.M. y amigo. 

Va a retomar el piano que nunca debería haber dejado (por cierto tengo que mandar afinarlo). Se ha comprado uno para su casa para empezar en serio este lo dejara aquí para cuando venga. Y yo volveré a escuchar en directo a mi amado Rajmáninov y no enlatado como hasta ahora. 

No empezaba mal el finde. No.  Aunque sigue siendo extraño. Pero al fin y al cabo lo pasare con mis dos nenitas, la peque vendrá mañana.

La noche-madrugada ha sido aun mas extraña, pero ya era sábado.

Me he pasado años y años intentando  cada noche soñar con la que fue mi compañera de complicidades y amores 'fuera de este mundo' y difícil de olvidar a parte de musa, desde aquellas malditas vacaciones que decidió marcharse, sin conseguirlo. 

Esta madrugada vino. Y ha estado machaconamente todo el tiempo en que se supone se pueden recordar los sueños. Y luego entre el sueño y la vigilia como en un bucle. 

No ha sido como imaginaba cuando a toda costa en todos estos años ansiaba soñar con ella a falta de su presencia física. Mas bien ha sido como esos sueños que se tienen cuando tienes algo de fiebre y no descansas y se repiten cansinos: 

-Venia a pasar el fin de semana como solía,  cuando estudiaba en Madrid en la universidad y yo trabajaba aquí por entonces. Llegado el domingo volvía a marcharse y vuelta a empezar. Era una mujer pequeñita de estatura (como a mi me gustan, aun mas que mi hija menor) pero tremendamente proporcionada y de una belleza extraordinaria, sin almíbar, serena. Por eso yo siempre desee tener una hija para que si se pareciera a ella, tener esa cara a salvo del tiempo. Y eso es lo que ocurría una y otra vez en mi sueño. Cada fin de semana buscando esa niña entre los dos en ese espacio cortísimo de tiempo de que disponíamos hasta su marcha.

He dado muchas vueltas mientras, porque mi Annie Hall particular, que por cierto dormía a mi derecha esta noche de viernes a sábado gruñía protestando a veces. En un momento hasta he mirado medio dormido la proyección que hace de la hora mi despertador sobre el techo del dormitorio... Decía Annie Hall por su aire, desde que un día apareció con ese peinado, la pinta ya la llevaba mas o menos porque es muy cuadrada en cuanto a cambiar de look (se dice ahora así). 

Al final de la mañana esta mi Annie Hall particular me  ha puesto la mano sobre la cabeza y ha dicho: -Me voy a tener que ir a trabajar...

Volviendo al viernes. Cuando dejamos la cochera y los libros allí almacenados mi hija (mayor) con sus partituras de Rajmáninov ya a buen recaudo nos invito a unas copas en la terraza del Victoria a su madre eterna y a mi. Yo no soy muy hablador y suelo caminar unos pasos atrasado respecto de ellas mientras las oigo. Así en un momento dado la madre le comento a la hija: -Cuando pidas hora a la peluquería me dices algo y me voy contigo a ver que me sugiere (Fulanito-Peluquero) que haga con el pelo. Fue en ese momento que dije algo (no suelo meterme en sus conversaciones a menos que me vaya algo en ello. Creo que soy muy aburrido): - No enredes con tu pelo es la primera vez que aciertan con un peinado, al menos desde que cambiaste la ultima vez. (Annie Hall). Mi hija se dio la vuelta como si le hubiera dado un calambrazo, me miro, sonrió pícaramente, miro a su madre a la vez y dijo: - ¿Has oído? Y ahí estaba yo atravesado literalmente por ambas miradas pensando que mi hija... ( anda mi padre autista se estaba enterando de todo) 

Volvió a hablar:  ¿Ves? déjalo como está. Ellos saben porque están observando que te queda mejor.

Me encogí levemente de hombros y: - A mi me gusta así.

Pero es que casi todos los gilipollas de mi generación durante una época estuvimos enamorados platónicamente de Annie Hall... Bueno y de otras generaciones Woody Allen también lo estuvo y no es de la mía precisamente. 

Luego la he mirado un rato pensando: -¡Joer! esta muy bien otra vez... ¡Eaaa... lo reconozco ya me había fijado en alguna ocasión anterior pensando mas o menos igual. Pero claro también ella es mas joven.

¡Tampoco mucho, mucho...!

Tengo una sensación agridulce y n

En fin.