la desconocida

 

En uno de mis paseos nocturnos por la villa medieval como es mi costumbre, hace unos años aprovechando que era uno de noviembre decidí acercarme a la plaza de la vera cruz y dar una vuelta por el cementerio que por el día que era pensé estaria muy animado y así de paso mirar las candelas encendidas en la noche que me encantan, soy así de gótico, que se le va a hacer. Hacia niebla de esa muy cerrada, pero que se ve a la legua que al rato va a subir y posiblemente se quede todo en lluvia, simplemente nublado o quizás hasta todo estrellado el cielo, la niebla es así de caprichosa, o quizás mejor el meteoro. En esas, coincidí en el camino con una chica que al momento comenzó a hablarme. Yo pensé, despistado de mi, que me conocía ya que por entonces atendía en mi trabajo a mucha gente y ellos se quedan con tu cara pero tu no con la suya por lo general y pensé que en la oscuridad de la noche se sentía mas segura con mi compañía que caminando sola hacia el cementerio que ya se veía iluminado en el interior a través de su puerta a donde habíamos llegado.

Lo cierto es que empezó a hablarme de cosas que no voy a relatar aquí porque seria demasiado tedioso, pero que según hablaba y hablaba me eran demasiado conocidas por vividas en primera persona. La mire a la cara y remire, extrañado al principio y según seguía comenzando a mosquearme e incluso ya en un momento a asustarme un poco, porque había algo familiar en su rostro pero no era el de ninguna conocida, una,  porque hacia mucho yacía descansando  precisamente no muy lejos tras la puerta de ese cementerio al que nos dirigíamos y la otra porque vivía a muchísimos kilómetros de aquí. Pero sabia demasiadas cosas para una desconocida.

La niebla como pensé al principio poco a poco fue subiendo hasta quedarse el cielo muy nublado aunque dejando ver alguna estrella solitaria entre esos nubarrones azul casi negros. Cuando de pronto detrás nuestro escuche un ruido tremendo como caer una pesada tapa sobre algo. Gire la cabeza asustado. Era tan solo el jardinero del viejo hospital ahora convertido en casa mas bien palacio de un decorador bastante famoso que dejaba la basura en el contendor.

Cuando volví la cabeza  para comentarle a cerca de lo pueril de nuestro sobresalto y retrasándome unos pasos para cederle la entrada me di cuenta no sin un poco o mas bien un bastante de inquietud. 

Allí no había nadie conmigo.  

Músicas: The Moody Blues -- Nights In White Satin (extended)