alegre, muy alegre... no es que...

 

También es que es mala sombra. Que te tiras toda una vida peleando a moco tendido en todos los frentes y cuando resulta que lo único que quieres es tener una vida tranquila, pasear por ese parque por ejemplo y que te toquen las narices lo menos posible. Cuando por fin consigues pasar al cargo de pensionista. ¿Al fin y al cabo que te van a quedar...? Con mucha suerte veinte años eso para llegara los noventa (¡Ja!) que al final si pasas los setenta y cinco ya te puedes dar con un canto en las narices. Eso sin tener  en cuenta que te vas quedando mas ciego que un topo, que los acufenos van a joder también a ratos, bastantes,  que los dedos se te van poniendo con alguna falange que podrías representar una película de terror sin necesidad de mucho maquillaje... y para de contar porque claro, son cosas de la edad te va a decir el galeno si lo visitas. 

De pronto viene un bicho que no se ve, que se carga sobre todo viejos por un tubo, y ya de paso la economía que eso si que no son daños colaterales y de rebote no vale. Pero tocarte, te tocara los cojones (con perdón). Y para colmo como dice Rojas Marcos, lo que es para la cabeza del personal bueno, bueno no es.

Que es mejor no poner las noticias, vamos, que el personal esta muy raro y ya ni pensar en las grandes corporaciones, que dan como mas miedo.

Total que el fin de semana no ha sido una balsa de aceite.

Y para colmo el sábado te desayunas con la marcha de esa mujer maravillosa que te entretenía un buen ratito con su columna en la revista semanal el domingo por la mañana y que ya tampoco vas a tener en adelante. Bueno al fin al menos nos quedaran sus libros.

Si nos ve desde donde este ahora no saldrá de su asombro al ver como corremos hacia todos lados el resto de los humanitos como pollo sin cabeza aquí abajo.

¡Descansa, Almudena, donde quiera que estés!