el fantasma

             
                   Aún no se había convertido en "el fantasma."
                La quería con locura y de tal manera que hasta, pensó; el sexo es tan solo un accesorio más, pero no imprescindible. Es más en estos momentos puede ser totalmente prescindible por completo. Solo estar juntos y amarla de esa manera podía ser más que suficiente. 
                 Su amigo I. no estaba de acuerdo; -una relación sin sexo no puede ir a ninguna parte. Se lo dijo, así y muy serio, pero pasota como acostumbraba a decir las cosas que él pensaba importantes.

                Estaba un tanto absorto o más bien enfrascado en el libro (Relato secreto) pero ya no podía concentrarme. Me despisto muy fácilmente si alguien habla a mi lado. Volvía atrás continuamente a la línea anterior y  al final ya decidí continuar mirando como si leyera y escuchar la conversación. Total no me iba a enterar de nada de lo que decía el libro.  

                Desde que marchó a estudiar a Madrid cada ciertos fines de semana volvía al pueblo para pasarlos juntos. Esperaba a la misma hora sentado en la fuente ("el pilar") de la plaza a que ella llegara.                 

                Al fin su figura menuda aparecía por la calle que sube y sin resuello o casi le plantaba un beso en la cara, los otros vendrían más tarde. Vengo cansada del viaje pero he dejado las maletas y me he subido rápido para no perder ni uno de estos preciosos minutos efímeros del finde.

                Luego el temido domingo por la noche. 

                Cada vez se hacia mas horrible aquella espera nocturna del último día en cada venida.                          El último viernes acompañando al beso dijo: -Traslado la matrícula para acá ya no vuelvo a Madrid.

                 ¡Esa tarde se se le abrió el cielo! 
                 Desde ese momento fue la felicidad más absoluta, pero al tiempo una especie de sentimiento de culpabilidad por pensar que había abandonado esa carrera y optar por otra accesoria por venirse más cerca, le empezó a carcomer pensando que por su culpa ella había tomado esa decisión.

                 Luego años después pasaron todos aquellos acontecimientos: Verano, vacaciones de ella en París que se alargaron sin tiempo y sin mucha explicación. El viaje de él a Madrid para esperarla en su llegada a la estación. Búsqueda infructuosa durante aquellos días de espera del dichoso libro (Relato secreto: seguido de diario (1944-1945) y exordio. Pierre Drieu La Rochelle), mientras esperaba su llegada que se hizo eterna, recorrido de todas las librerías para terminar por enterarse de que aún no se había puesto a la venta que sería a final de mes.
                 Por fin la llegada, la decepción, más tarde la ruptura.

                 Y aquella última noche veraniega bajo las estrellas en el pequeño seiscientos de ella entre escobas altísimas al borde del riachuelo en la que él la beso como solía en la nuca y que a ella le producían escalofríos sensuales y maravillosos, en el último dijo con una vocecilla apagada y lastimera: - Si vuelves a hacerlo se que no podré dejarte. No podré irme, y me ha costado todo un mes y más convencerme decidir que tenía que hacerlo. 
                 He conocido a alguien en París y no se si ...

                 En ese preciso instante, el Fantasma, esa noche decidió no volver a besarla en el cuello y dejarla marchar. 
                   - Total una relación sin sexo como decía I. no va a ninguna parte... Se dijo en su cabeza en aquellos instantes, pero era mentirse para consolarse. De sobras sabía que seguiría amándola con ella, sin ella, con sexo o sin él.

                   La verdad es que ella después como amiga (¿existe eso en estos casos?) y antes de marcharse definitivamente pasó con él días,  mientras se supone que iba desconectando algo y conectando ese otro algo sobrevenido. Y ahí le contó por qué su abandono de la capital  años atrás cuando aún estudiaba en la universidad. Parece que ocurrió algo con el amigo de sus padres que le había ofrecido residencia en su casa de Madrid. Cierto día que salió el resto de la familia quedándose solo él. 
                   En ese momento como en una película, pasaron por la cabeza del fantasma a partir de un día indeterminado todas aquellas veces en que hacían o intentaban hacer el amor y ella o bien terminaba llorando o simplemente se oponía. Decidió el Fantasma en ese preciso instante por que el sexo no era imprescindible. Tan solo su amor por ella.

                   Ya no volvió a sentirse culpable por haber podido influir en su vuelta y abandono de carrera. Pero tampoco pudo sentirse ni alegre ni aliviado. A parte  no podía entender como durante todo aquel tiempo antes  nunca le había hablado de tal cosa.

              
                   ¡Joder! por fin entre las manos. El libro de marras. Que finalmente tiene su propia historia  ya  contada en anteriores entradas.


                   Ahora ya tiene un nuevo ejemplar del "dichoso" libro. No, no es el mismo del párrafo anterior. Ese desapareció.

                                                                                                                                                                

                                                                           Erik.