Al cabo de un rato de camino me he dado cuenta de que prácticamente la mitad del paseo la he realizado sin ver nada de lo que me rodeaba mientras avanzaba entre los palacios e iglesias vetustas de mi itinerario matutino. Tan solo las nubes de colores y los trozos azules de cielo que dejaban visible.
Ha sido el momento en que otro paseante buscaba en su bolsillo una pequeña navaja-llavero y subido con cierta dificultad sobre el seto cortaba un capullo incipiente de unas rosas de color indefinido entre amarillos, blancos y carmín.
Es ese rosal que estos días de atrás citaba que florecía de nuevo y a los pocos de ello, ya faltaba el capullo que coronaba el rosal. Este si de color blanco.
He continuado mi camino y he vuelto a esa especie de limbo que no me ha permitido ver o fijarme como es mi costumbre en mil detalles del paisaje que va quedando atrás.
Hasta de nuevo, ya en el viejo cementerio, cuando un operario del ayuntamiento ha pasado a mi lado con una carretilla cargando un ataúd que evidenciaba un siniestro paso del tiempo y al que la humedad había quitado el lustre del barniz que en su dia lo cubrió todo. Una tapa como de zinc aparecía semi-abierta encima y lo que parecía una cinta de color morado quizás de alguna corona sobresalía de la oscuridad del recipiente de madera.
Y una vez en la plaza, poca gente en las terrazas desayunando que el frío esta mañana se colaba en los huesos como agujas.
Y solitario en las escaleras al abrigo de la pared de granito y del frío gélido, un mendigo con un gorro de lana calado hasta los ojos sentado aprovechando el sol que ilumina más que calienta la mañana.
Pasaré en fin como un fantasma en un día que no dice nada. Y que seguramente pasará sin pena ni gloria.
En estas fechas ya empiezan los fríos.
ResponderEliminarUff¡
Ésa imagen que describes en el cementerio.
Besos.
Si, por un momento creí que se le caía del carrillo y nos encontrábamos con algo que no deberíamos por los suelos. Fue un rato ¡brrrr!
ResponderEliminarBesos.
Toda la dispersión, o distracción, o ensimismamiento que te acompañó en el paseo se esfumó en el cementerio, de donde narras con detalle ese encuentro con el funcionario. ¿Qué será que ahí sí prestaste atención?
ResponderEliminarLa canción, aunque no en versión de Celine Dion, es una de mis dos favoritas. No puedo escucharla sin llorar.
Besos
¡Ah!
ResponderEliminar¿Pero tú también eres del club de los llorones?
Beso
Por supuesto. Y mucho
Eliminar;)