Esta mañana el sol sobre el "Pradillo" alumbraba a duras penas intentando asomar entre la niebla que había subido ya a esa altura y no terminaba de disipar. Aunque a ratos a duras penas, decía, algún rayo escapaba entre las capas más finas.
No sé porque, pues ninguna visión a parte de esos árboles y el astro peleando con la neblina me trajeron oníricamente a los oídos algunos compases del concierto #1 de Tchaikovski. Fue el primer disco grande de clásica que compramos juntos y al contrario de lo que me ocurre cuando escucho alguno de los otros mil discos que también fuimos juntos a adquirir este no lo relaciono en absoluto con ella a pesar de ser como todos los otros. Recuerdo aquella tiendita mínima de la avenida de la Montaña pero me trae sensaciones extrañas al contrario de lo agradable del resto de discos.
Si me trae recuerdos de conversaciones con el otro lado del océano ya no por carta porque eso con estos trastos se quedo obsoleto, pero igual de placentero.
Me imagino que por el autor y sus epístolas y esa música que me acompaño incluso antes de comprar aquel disco.
La exquisitez de lo sublime al oído.
ResponderEliminarY este músico se las da como pocos para no defraudar.
EliminarSaludos
Una verdadera maravilla... Puro alimento para el alma...
ResponderEliminarAbrazo grande, querido amigo 💙
Gracias Ginebra, me reconozco fan incondicional de este hombre maravilloso.
EliminarBeso
Yo creo que hay músicas que escapan de cualquier encorsetamiento, recuerdo, lugar o pensamiento. Nos inundan y nos llevan a través de ella.
ResponderEliminarUn beso, Erik
Es una de mis preferidas. Y nunca pasa el tiempo por ella.
EliminarBesos