plaza de la Vera cruz

 Es raro el dia que no pase por esta plaza que huele a lavandas cuando el rocío de la noche se hace agua en otra estación. O algun otro dia mas cercano el viento las mueve y esparce su olor a la atmósfera.

Es la plaza del cementerio en mi ciudad medieval y esta rodeada de casonas antiguas, palacios ahora vueltos a habitar y tras el cementerio, "La Coria" museo y fundación ahora y en su día monasterio de San Francisco el Real.

Esas casonas pegadas pared con pared al mismo cementerio tienen que tener vistas privilegiadas sobre las calles y plazas de este. En alguna ocasión yo he  visto desde una de ellas como se puede observar al atardecer iluminadas de blanco por la luna esas calles entre nichos y tumbas.  Por eso  mas de una vez he pensado que les pasara por la cabeza a los habitantes de esas casas vistas como esa.

Suelo cruzarme con gente a esas primeras horas de la mañana que o bien van o vienen de visitar el viejo cementerio, otros de cercas al otro lado del arco que da salida a la muralla y lleva a la ciudad nueva. 

Pero hoy me ha sorprendido gratamente una figurilla linda de mujer que andaba como a saltitos tras el seto de las lavandas en dirección a los contenedores situados frente al cementerio a depositar unas bolsas con presunta basura.

 Naturalmente en un principio las lavandas solo me dejaban verla en parte a ella y no las bolsas por eso me llamó la atención, la chica, sus saltitos graciosos sobre las canterías del suelo, la hora temprana y la ropa que parecía como que saltó de la cama y sin más se puso a ello.

Por eso al llegar a la altura en que yo podía verla completa me di cuenta porque aquellos saltitos.

 Iba descalza por lo que las imperfecciones o salientes del granito (seguramente cuarzo) debían clavarsele en sus pies diminutos y lindos y aquella especie de camiseta incipiente saltaba con ella.

Es que nunca se me habria ocurrido ver algo así en mitad de esa plaza.

Es como cuando "Sisa" dice en su canción aquello de "qualsevol nit pot sortir el sol"

Solo hay que estar vivo para ver cualquier cosa.